No quiero jugar con tus reglas, no me gusta tu juego, me hace daño – dice el niño más pequeño.
Pues no juegas con nosotros. Te quedas solo –dice el niño mayor dirigiéndose al pequeño y mirando luego al resto, que o no se atreven a decir lo contrario, o les va bien el juego.
Mientras mira como juegan en el parque, siente el frío de reconocerse en esa soledad. No quiere ser de otra manera, no quiere volver a su empleo, no ahora. Quiere poder seguir en el parque un año más, cuidando a sus hijos, pero sin nómina no hay trato.
– Si quieres, puedes jugar con nosotros –le dice otra niña de su misma edad que no paraba de inventar y reinventar reglas con sus dos hermanos.
El frío desaparece. Se siente reconfortado. No está solo, puede renegociar el trato.
Dejar una Respuesta