Las Carolinas

En el distrito madrileño de Usera, la promoción de Las Carolinas ha levantado el primer edificio de vivienda colaborativa en derecho de uso de la ciudad de Madrid.

A pocos metros del río Manzanares, en el barrio de las Carolinas, en Orcasur (Usera), el primer edificio de vivienda colaborativa en derecho de uso de la ciudad de Madrid convive con el vecindario. Este proyecto se construye cada día sobre los pilares de la sostenibilidad ambiental y de la vida: un edificio con producción de energía propia y muy baja demanda energética, así como una comunidad basada en el apoyo mutuo que se relaciona con el barrio.

En la promoción de Las Carolinas vivimos 17 viviendas,  habitadas por 33 personas adultas y 23 niñas, niños y adolescentes.

Visita al solar de Entrepatios Carolinas.

Este proyecto culmina el camino emprendido hace más de 15 años por quienes empezaron a soñar con otra manera de vivir y al que nos hemos ido sumando otras tantas. Fueron necesarios dos intentos de proyecto y muchas horas de asambleas para llegar a  la compra, a finales de 2016, de un solar cerca del metro Almendrales, en Usera.

En 2018 comenzó la construcción del edificio y, dos años y medio después, en noviembre de 2020, llegó el gran momento: en medio de una pandemia mundial, Entrepatios Las Carolinas se llenó de personas con ganas de vivir en comunidad y tejer redes de apoyo, especialmente en esos momentos difíciles de confinamientos, distancia social e incertidumbres que atravesábamos.

Estructura de madera de Entrepatios Las Carolinas.

Hoy en día, la vida en Entrepatios combina, tal y como soñamos en su origen, la intimidad y el espacio privado con lo colectivo. Trabajamos día a día en cuidar esta comunidad que hace más sencillas y placenteras nuestras vidas en la gran ciudad, e intentamos aportar nuestro granito de arena al barrio.

El edificio

Desde que compramos el solar en 2016, transitamos muchas formas de participación para la gestión del proceso en colaboración con Lógica’Eco, y para el diseño arquitectónico del edificio de la mano de la ‘arquitectura abierta’ del estudio sAtt y TécnicaEco, con unos 12 talleres monográficos (envolvente, espacios comunes, climatización y energías renovables, acabados…), multitud de reuniones, votaciones telemáticas, debates en redes sociales, cartas a los Reyes Magos, etc. En el proceso tuvimos presente en todo momento que la parte arquitectónica más importante del proyecto era la de construir comunidad. Y a partir de esos sólidos cimientos pudimos construir lo que nos propusimos con la certeza de que es la arquitectura quien está al servicio de las personas y no al revés, como suele ser habitual.

Respecto al crédito, Fiare y Triodos financiaron conjuntamente este proyecto, además de las donaciones de quienes apostaron por dotar al edificio de mayores estándares ecológicos.

Para la fase de construcción, lanzamos unos criterios de licitación que incluían la valoración de aspectos sociales y medioambientales, además de los económicos.

Fachada de Entrepatios Las Carolinas en la calle González Feito.

El solar se encuentra ubicado en la Calle González Feito 19, en el distrito de Usera, barrio de Orcasur, y en la zona llamada popularmente Las Carolinas.

Es un solar alargado de 46×17 metros orientado hacia el sur. En él se albergan 17 viviendas de entre 61 y 83 m2 a las que se accede por una corrala exterior, un espacio de circulación pero también un espacio de encuentro. En la orientación sur a la que da la corrala se encuentra la zona más pública de las viviendas, es decir, la cocina y el salón. En la parte norte, donde está el patio, es donde se encuentran los dormitorios en la mayoría de las viviendas.

Una de las características más relevantes del edificio es el diseño de los espacios comunes, entre los que destacan los locales de la planta baja y del ático, cuyos usos principales son de salón de reuniones (con cocina), de gestión del grupo de consumo, actividades internas y abiertas al barrio, espacio de juego para peques, espacio de trabajo e incluso grupo de música.  Además, en la planta sótano tenemos un pequeño taller para dar rienda suelta a nuestra imaginación y un cuarto común de lavadoras. 

También contamos con el patio interior, con un pequeño espacio de vegetación y huerto en el ático, y el parking para coches y para 67 bicicletas. Por otra parte, hemos certificado el proyecto con el ECOMETRO, una certificación que valora el impacto del edificio en todo el ciclo de vida y calcula la huella de carbono del edificio. Esta certificación nos sirve de guía para hacer de la nuestra una construcción innovadora. Hemos tratado  de incluir ideas del riguroso estándar alemán Passivhaus.

En la línea de buscar una arquitectura comprometida con la mitigación del cambio climático y con la salud de las personas que habitamos el edificio, hemos apostado por la alta eficiencia energética y por el confort sobre todo para el verano, en una ciudad cada vez más calurosa como es Madrid. Hemos reducido al máximo la demanda de energía gracias a un sistema que busca minimizar el consumo (con aislantes de calidad), a la vez que se genera energía procedente de fuentes renovables, como las placas solares para generar energía fotovoltaica que hay en la azotea. 

Más allá de los materiales, nos hemos propuesto reducir, en la medida de nuestras posibilidades, nuestro consumo, y acoplarlo a los momentos de mayor producción (es decir, cuando hay sol). La buena noticia es que estos esfuerzos tienen su fruto: como dato, en 2023 conseguimos generar más electricidad de la que consumimos. Algo que revirtió en nuestros bolsillos pero también en la salud del planeta. 

Respecto a la salud de las personas, hemos puesto especial énfasis en evitar los materiales que emiten compuestos orgánicos volátiles, como las pinturas del interior de las viviendas. Con el objetivo de tener un aire limpio, contamos con un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo, que evita que entren sustancias contaminantes del exterior gracias a un filtro. 

El aislamiento de las viviendas para asegurar el ahorro energético es uno de las bases constructivas de Entrepatios Las Carolinas. Foto: Álvaro Minguito

Además, otro de los puntos fuertes de la construcción son la estructura de madera, el sistema que recoge la lluvia y recicla el agua —estimamos que ahorramos unos 750.000 litros cada año— o el compromiso de crear un edificio ‘Cero CO2’, ya que estamos compensando las toneladas de CO2 que se generaron en su construcción, y el edificio no tiene emisiones de CO2 operativas porque su funcionamiento es 100 % eléctrico y 100 % energías renovables. Además, el edificio es un sumidero de carbono: en su estructura de madera se almacenan 740 Tn de CO2 biogénico capturados por los árboles en su crecimiento.

El barrio

La relación de esta promoción con el barrio vino dada por el azar y por el mercado: un solar con un tamaño y un precio asumibles fue el motivo del inicio del vínculo de Entrepatios con Las Carolinas. Una afortunada casualidad que nos ha dado la oportunidad de participar y empezar a echar raíces en un barrio multicultural, complejo, abierto, y que cada día nos sorprende un poco más.

Se encuentra en Usera, uno de los distritos históricos de la periferia sur de Madrid. Como otros distritos periféricos, Usera creció entre las décadas de 1950 y 1970 gracias al asentamiento de población inmigrante procedente de la España rural, primero mediante la autoconstrucción informal de viviendas y posteriormente con el levantamiento de colonias de vivienda pública (Moscardó, Orcasitas, Zofío…) para esa clase obrera que comenzaba a constituir un problema para el orden público y social. 

Taller de Acción Peatonal con vecinos del barrio para realizar una propuesta conjunta para mejorar el planeamiento urbano de la zona, afectada por la ausencia de aceras, paso de peatones y otras restricciones al tráfico.

El movimiento vecinal alcanzó en Usera una fuerza social sin la cual no pueden entenderse las posteriores mejoras en dotaciones públicas que vivió el distrito (vivienda, colegios, centros de salud o transporte), de manera muy especial en Orcasitas, donde el propio vecindario consiguió participar en el diseño y reconstrucción del barrio mano a mano con los arquitectos.

En una esquina del distrito se enclava el pequeño barrio de Las Carolinas. Su morfología —intrincadas callejuelas encajonadas entre autopistas y vías de tren— y su paisaje —buena parte del barrio está aún formado por viviendas pequeñas y precarias, así como solares y viejos talleres abandonados— nos hablan de su proceso histórico como espacio periférico dentro de la misma periferia. 

A Las Carolinas fueron a parar familias empobrecidas que ocupaban las últimas posiciones del mercado laboral formal, o que ni siquiera tenían hueco en él. Una vez realojada buena parte de esta población a finales de la década de 1990 y comienzos de los 2000, nuevas familias expulsadas de otros lugares accedieron a las viviendas precarias que aún quedaban sin derribar. 

En la década de los 2000, en plena burbuja inmobiliaria y al calor de la mejora local de infraestructuras (ampliación de la línea 3 de Metro, nueva Avenida de Córdoba, conexión entre Madrid Río y Parque Lineal del Manzanares, Caja Mágica y otras instalaciones deportivas proyectadas que se derivan de las aspiraciones olímpicas de la ciudad), se construyeron un buen número de promociones de vivienda privada sobre los terrenos que dejaron las viejas industrias y las viviendas precarias que ya habían sido derribadas. 

El desplazamiento de muchos de sus habitantes fuera del barrio precedió a la aparición de nuevas vecinas y vecinos con mejor posición económica, quienes a su vez atrajeron recursos privados como grandes supermercados. Tras un parón en su crecimiento derivado de la crisis socio-económica iniciada en 2008, volvió a activarse el proceso de transformación y gentrificación del barrio.

El resultado de todos estos procesos es un barrio en transición y marcado actualmente por la desigualdad socioeconómica y la dificultad de encuentro entre sus habitantes. La escasez de espacios públicos de calidad (aunque cerca están el Parque Lineal y el de Pradolongo) y de tejido comunitario que mitigue la distancia social y ayude a construir lazos entre sus habitantes (hay que irse a los vecinos barrios de Almendrales o San Fermín para encontrar asociaciones vecinales), hace que Las Carolinas sea hoy por hoy un barrio fragmentado.

Sin embargo, Las Carolinas es un barrio joven en renovación y diverso que también se nutre de los vecindarios colindantes y de sus prácticas comunitarias en forma de cenas en la calle durante las fiestas de San Fermín o de encuentros alegres en el Parque Lineal del Manzanares y en el Pradolongo en medio de picnics, pachangas deportivas o bailes. 

En este contexto complejo, en Entrepatios intentamos ser parte, no de las dinámicas de marginación/desplazamiento y privatización/securitización que han condicionado la historia reciente del barrio, sino de la creación de espacios y situaciones comunes e inclusivas que construyan un tejido comunitario más justo y más vivo.

Hacemos comunidad/Lo que hacemos

Una de las aspiraciones de Entrepatios, desde que empezamos a soñar con el proyecto, era poder tejer redes vecinales, no solo al interior de nuestro edificio, sino también de puertas para afuera en nuestro entorno más inmediato. Y eso es lo que estamos haciendo en Entrepatios Las Carolinas, poco a poco, desde la humildad de quien ha llegado a un lugar nuevo y ha empezado a conocer a sus habitantes más próximos. Estos son algunos ejemplos de nuestra implicación en en el barrio:

Comunidad educativa.

Desde que nos mudamos, las vecinas y vecinos de Entrepatios estamos participando en la comunidad educativa de los centros a los que asisten nuestras hijas e hijos, a través de sus asociaciones de familias y en coordinación con la dirección y el profesorado para desarrollar diferentes proyectos: huerto escolar, grupos interactivos, creación de patios inclusivos, conversión en comunidad educativa, así como acciones de apoyo a sus reivindicaciones laborales para la reducción de las horas lectivas y de mejora de la escuela pública.

Grupos de consumo.

Las puertas de Entrepatios Las Carolinas están abiertas para poder desarrollar un grupo de consumo formado por vecinas y vecinos. De momento, los martes, y esperamos que pronto también los jueves, recibimos pedidos de productoras y productores de comida agroecológica y local, sin intermediarios (o un solo intermediario de la Economía Social) para poder llenar nuestras neveras y despensas. Es una forma de comer más sano, más sostenible, asegurando un precio justo por los productos así como condiciones laborales dignas de quienes los producen, al tiempo que tejemos relaciones de afecto y de cotidianidad con las personas que nos encontramos en el grupo de consumo.

Taller de acción peatonal.

Con la intención de poner en común cómo es el espacio físico de nuestro barrio y las propuestas de mejora que tenemos sus habitantes, en noviembre de 2022 organizamos un taller de acción peatonal, de la mano de la asociación de viandantes A Pie.

Alrededor de treinta personas participamos en un encuentro que nos sirvió para hacer un diagnóstico de nuestras calles (por ejemplo, estado de las aceras; velocidad de los coches; dificultad en la movilidad de peatones; barreras arquitectónicas; presencia o ausencia de elementos verdes, de juego y decorativas, o limpieza/suciedad del entorno) y una batería de propuestas de mejora. Fue un trabajo que sirvió para conocernos, crear red y generar un documento que enviamos a la Junta de Distrito de Usera con propuestas concretas de actuación en nuestro barrio.

Ocio y espacios de encuentro.

A lo largo de estos años, poco a poco, hemos abierto nuestras puertas para que el vecindario venga a nuestras casas, simplemente por el disfrute de compartir momentos de calidad y de ocio. Con ese objetivo, hemos realizado vídeo fórums y actividades festivas como la celebración de Halloween con nuestro ya mítico pasaje del terror.

Otros lugares del barrio.

Poco a poco, las personas que vivimos en Entrepatios estamos habitando otros lugares del barrio, intentando responder a los llamamientos del entramado asociativo de Usera, de sus asociaciones vecinales y colectivos feministas. Porque tenemos la convicción de que en la vida en común está la vida que merece la pena ser vivida.